UN AMOR DORMIDO

UN AMOR DORMIDO

Un amor dormido es como un ave encerrada en una jaula. Existe, vive ahí, somos capaces de sentir su canto, sus latidos, pero no termina de extender sus alas de volar con libertad. Es una situación que muchas parejas que se aman pueden experimentar. Hay afecto profundo, ambos lo saben, pero este no termina de hacerse presente y llenar de magia sus vidas.

Esa sensación puede ser confusa. Por momentos puedes llegar a sentir que ya no quieres a esa persona, aunque le guardes cariño. Pero si te ves en riesgo de perderla, inmediatamente detectas que lo que hay es un amor dormido. Aún así, dudas. ¿Valdrá la pena seguir en una relación que no me hace vibrar? ¿Será de veras amor o solo costumbre?

Después de algunos años de relación casi todas las parejas se formulan esas preguntas. 
Sabemos que siempre las primeras etapas de una relación son las más excitantes. En esa fase inicial, que se llama enamoramiento, el mundo parece otro. Sí: se sienten mariposas en el estómago. Pero más allá de esto, parece como si todo tuviera sentido y además no un sentido cualquiera, un sentido pleno y verdadero.

Cuando estamos enamorados probamos a qué sabe la eternidad. Es tan extraordinaria esa sensación que nunca nos resignamos a dejar de sentirla. Sin embargo, por más que lo deseemos, esa magia de los comienzos poco a poco empieza a disiparse. Las mariposas vuelan más pausado y descubrimos que lo infinito, pese a todo, también tiene límites. 
En ese punto hay, literalmente, una desilusión: no es raro que encontremos algún matiz que no nos termine de gustar. Se va saliendo paulatinamente de la ilusión para volver a la realidad, que siempre es un poco más decepcionante. Si hay un vínculo valioso con la pareja, logra sortearse el momento para pasar a otra etapa más pausada, menos excitante, pero también más profunda.

Sin embargo, al pasar del tiempo también aparece cierta nostalgia de lo que se ha perdido, de cómo nos sentíamos entonces. Esta nostalgia es la que precisamente nos interroga sobre si el amor se ha quedado, trasformándose, o se ha marchado.

No se rechaza a la pareja, pero tampoco se siente aquel entusiasmo de los primeros encuentros. No hay un deseo de terminar el vínculo, pero sí flota una sensación de desgana hacia este. Además, nos damos cuenta de que lo que antes no nos costaba hacer por el otro y que incluso hacíamos con verdadero placer y alegría ahora se ha convertido en una cuesta arriba con cierta pendiente.

Cada uno asocia automáticamente a su pareja con una serie de imágenes e ideas. Estas aparecen en la mente sin que la persona sea consciente de ello. Lograr que cada persona asocie a su pareja con nuevas imágenes, todas ellas positivas, facilita despertar un amor dormido. Al hacer asociaciones positivas con sus parejas sienten que la relación se revitaliza.

De esta manera, se comprueba que rescatando y potenciando la imagen de la pareja mediante la creación de conexiones de esta imagen con estímulos positivos el amor resucita. Quizás es por esto que, en las parejas en las que existe una admiración mutua, difícilmente el amor comienza a roncar y necesita que lo despierten.
Mantén el amor en tu corazón. Una vida sin él es como un jardín sin sol cuando las flores están muertas”.
-Oscar Wilde-
OPINIÓN Y SUGERENCIAS
 

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Ana Luisa López Pérez
Psicóloga

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