FASES DEL MIEDO AL CAMBIO
En general, las personas experimentan miedo al cambio porque implica una o varias de las siguientes circunstancias:
Nos provoca sentimientos de falta o pérdida de control sobre
algo que posiblemente ya controlábamos y obviamente eso nos hace
angustiarnos. Caemos en el error de que no sabremos cómo
manejar situaciones nuevas. Nos agobia la posibilidad de equivocarnos y
de ser juzgados por ello.
El miedo al cambio puede hacernos reaccionar emocional e irracionalmente.
Los cambios pueden provocarnos reacciones de defensa ante lo desconocido. Ante problemas futuros reales o imaginarios.
Existen básicamente, tres fases al enfrentar el miedo al cambio. La primera se denomina fase de ansiedad. La experimentamos al saber que nuestra vida, ya sea en al ámbito personal o profesional, cambiará. La inminente “amenaza” a nuestro estilo de vida, va acompañada de temores, impotencia, confusión y pánico.
La segunda es conocida como fase de reacción. En este punto, podemos llegar a negar lo que sucede e incluso la necesidad implícita que fomentó el cambio, podemos reaccionar de muchas formas, usualmente asociadas al mal humor, depresión, irritabilidad y falta de empatía con los evidentes beneficios que promete el cambio.
Y por último la fase de adaptación.
Eventualmente, todos estos sentimientos negativos se irán atenuando si los atendemos de forma consciente. Una vez que vamos familiarizándonos con lo nuevo y
dejamos de percibirlo como amenazante o negativo. Aunque, en esta fase,
muchas personas se quedan atrapadas en el sentimiento de “rechazo”, pues aun tras adaptarse al cambio, consideran que era algo innecesario y sólo vino a complicar sus vidas.E
incluso podemos observar individuos que tratan de boicotear el cambio.
Aunque aparentemente se encuentren inmersos en las nuevas dinámicas que implicaron. Algunos pueden declarar aceptación, pero secretamente siguen peleados con el concepto y harán todo lo posible por regresar a al esquema anterior que tanto les dolió perder.
Aunque aparentemente se encuentren inmersos en las nuevas dinámicas que implicaron. Algunos pueden declarar aceptación, pero secretamente siguen peleados con el concepto y harán todo lo posible por regresar a al esquema anterior que tanto les dolió perder.
La pérdida de control sobre nuestras vidas o determinadas circunstancias, es posiblemente el más fuerte promotor de nuestro miedo al cambio.
Recordemos que los cambios han sido nuestros compañeros evolutivos. Han aumentado la calidad de vida de la humanidad, se deben
principalmente a nuestra capacidad de cambio.
Algunos especialistas refieren que el miedo al cambio,
basa su existencia en un hecho concreto. Los cambios, sobre todo,
aquellos de índole radical, se han sucedido en la historia de forma
lenta. Es decir, que los cambios se han dado tan despacio, que las
personas han tenido suficiente tiempo para mal acostumbrar a su mente a que algo es como es.
Definitivo e inamovible. Y, nos guste o no, algo determinado, es así como lo conocemos y dejarlos así, nos da una "falsa" sensación de seguridad y estabilidad.
Por esa razón, las nuevas generaciones experimentan mucho menor nivel de miedo al cambio.
La vida actual es tan acelerada, que un joven de 18 años sabe que el
ordenador que utilizaba hace diez años, hoy es obsoleto, comparado con
el que usa actualmente. Pero también sabe que los ordenadores que
existirán dentro de diez años serán mucho mejores. Los jóvenes no sólo
no temen a los cambios. Sino que los esperan con ansias. Por lo
que podemos agregar que, en un alto porcentaje, el miedo al cambio es
de índole generacional, conforme a la temporalidad del individuo.
Cambiar no es algo negativo. Debemos entrenar a nuestra psique para evolucionar de la mano de los cambios constantes de la vida.
Existen herramientas mentales y emocionales para combatir el miedo al cambio, que descubriremos en la siguiente publicación...
OPINIÓN Y SUGERENCIAS
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Ana Luisa López Pérez
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