FASES EMOCIONALES DEL CAMBIO
No hay Desarrollo Personal
sin cambio. En algunos casos se trata de un cambio rápido, profundo y
radical, en otros casos se produce una transformación lenta y gradual,
pero lo cierto es que para crecer y alcanzar ciertas metas, es
imprescindible cambiar.
Sin embargo, aunque somos conscientes de la importancia del cambio, a
menudo nos resistimos. En algunos casos incluso desarrollamos un
pensamiento mágico y pensamos que determinadas metas se materializarán
ante nuestros ojos como por arte de magia. Obviamente, eso no ocurrirá.
La realidad no funciona así.
"En la vida, siempre tenemos dos opciones: aceptarla como viene o aceptar la responsabilidad de cambiar”.
Denis Waitley
Solo cuando decidimos cambiar y asumimos la responsabilidad, las cosas
comienzan a tomar otro rumbo. Este es el primer paso, pero no es
suficiente. Muchas personas se comprometen de dientes para afuera, hacen
una declaración de intenciones y luego se olvidan del asunto. No
obstante, para cambiar de verdad es necesario añadir otras variables a
la ecuación y pasar por una serie de etapas.
Quien más y quien menos, todos tenemos una idea de las cosas que
deseamos cambiar en nuestra vida. Algunos desean dejar de fumar, otros
perder esos kilos de más, empezar a realizar actividad física, estresarse menos, ser más carismático…
Sin embargo, normalmente olvidamos un detalle muy importante: todo
cambio implica un camino de transformación. Si no conocemos ese camino,
corremos el riesgo de volver al punto de partida una y otra vez.
Un
cambio pasa a través de una serie de fases, cada una diferente y
matizada por distintos estados emocionales. El “ciclo
emocional del cambio”, compuesto por cinco fases.
Fase 1 – Optimismo injustificado
Se trata de una fase en la que estamos esperanzados, tenemos mucha
ilusión con el proyecto y nos entusiasma esa nueva meta. Durante esta
etapa prácticamente creemos que somos invencibles, estamos dispuestos a
comernos el mundo y pensamos que nada ni nadie nos podrá detener.
Obviamente, se trata de una sensación engañosa que puede llevarnos a cometer diferentes errores y tomar decisiones precipitadas.
Esta fase en la
que estamos llenos de energía y altamente motivados no suele durar
mucho. Aún así, se trata de una etapa esencial para cimentar el proyecto
ya que podemos canalizar toda esa energía en sentar unas bases sólidas
que nos permitan seguir adelante cuando las fuerzas vayan disminuyendo.
Fase 2 – Pesimismo justificado
Después de varios días o semanas, nos resulta imposible continuar
desplegando ese nivel de energía. Por si fuera poco, nuestro proyecto
choca con el muro que llamamos “realidad”. En ese momento, las
dificultades que comenzamos a encontrar a lo largo del camino generan
frustración y como los resultados todavía no llegan, también nos
sentimos desmotivados.
En esta fase normalmente nos asaltan las dudas. Nos preguntamos si
debemos continuar, si realmente alcanzaremos la meta, si no nos habremos
equivocado o si tendrá sentido continuar por ese camino. Esta
mentalidad negativa hace que entremos en lo que podríamos denominar: “el
valle de la desesperación”, que es la tumba del cambio.
Es en este punto, de la motivación inicial no queda ni rastro, la fuerza
de voluntad es un recuerdo lejano y el entusiasmo es una palabra
carente de sentido. Delante de nosotros vemos solo un desierto árido,
por lo que la mayoría de las personas se dan por vencidas.
Sin embargo, el problema no es que tiren la toalla, es perfectamente
comprensible que cambiemos de rumbo si nos damos cuenta de que nos
habíamos embarcado en un proyecto sin pies ni cabeza. El problema radica
en que muchas de estas personas oscilan durante toda su vida de una
etapa de exaltación provocada por una nueva meta, a la depresión y la
frustración por no alcanzar el objetivo. Las personas que suelen
abandonar sus proyectos en la etapa de pesimismo justificado viven en
una montaña rusa emocional marcada por los fracasos.
Fase 3 - Realismo motivador
Una vez que se supera el valle de la desesperación, recurriendo
fundamentalmente a la fuerza de voluntad, se instaura el mecanismo de
realismo motivador. En práctica, se trata de una etapa en la que
aprendemos a centrarnos en el trabajo duro, pero sin desmotivarnos y,
sobre todo, encontrando un ritmo de trabajo que no sea agotador.
En
esta fase aprendemos a centrarnos simplemente en cada escalón, planeamos
cómo subirlo y cuando lo logramos, nos sentimos satisfechos por ello.
Esto significa que estamos atravesando una etapa marcada por pequeños
logros, precisamente el tipo de trabajo que se necesita para alcanzar
una gran meta y del que casi nadie habla. En esta fase es fundamental
mantener una actitud pragmática, concentrarse en las tareas y
felicitarse a cada paso, aunque sea pequeño.
Básicamente, se trata de una fase en la que aún no vemos el final, pero
volvemos a recuperar la confianza en nuestras capacidades y, poco a
poco, empezamos a ver pequeños resultados, lo cual nos mantiene
motivados.
Fase 4 - Optimismo justificado
Cuando permanecemos focalizados en las tareas cotidianas durante un
periodo de tiempo suficiente, entraremos en una fase emocional muy positiva, que podemos llamar optimismo justificado.
En esta etapa finalmente nos damos cuenta de que todo fluye como
debería. Las dudas que quedaban se diluyen porque aumenta la confianza
en nuestras capacidades. Además, en esta fase ya conocemos los
obstáculos que pueden aparecer y sabemos cómo superarlos.
Aún no hemos logrado la meta, pero ya podemos ver algunos resultados y
estos nos llenan de satisfacción y optimismo. En esta fase suele ser muy
útil ayudar a otras personas que están persiguiendo tu mismo objetivo y
se encuentran en las primeras fases del camino. Al ayudar a los demás,
cimentarás tu propio cambio y te darás cuenta de lo duro que has tenido
que trabajar para llegar hasta ese punto.
Fase 5 – Conclusión
Se trata de la fase final, en la que finalmente podemos celebrar porque
hemos logrado el cambio que perseguíamos. Sin embargo, es curioso que en
muchos casos, después de un arduo periodo de entrega y sacrificio,
muchas personas no sienten la alegría que pensaban y, en su lugar,
experimentan una profunda sensación de vacío.
Esa sensación de vacío generalmente proviene del cansancio por el
esfuerzo realizado, o de haber concentrado todas tus fuerzas en un solo
objetivo por lo que ahora, de pronto, una vez alcanzado, puedes sentirte
un poco desorientado.
Es importante que tu cerebro comprenda que has hecho algo genial y que mereces premiarte por ello. Así que limítate a descansar y disfrutar de lo que has logrado.
Recuerda que concluir un círculo virtuoso y recompensarte por ello te servirá de inspiración y motivación para futuros cambios o para alcanzar metas aún más ambiciosas.
Es importante que tu cerebro comprenda que has hecho algo genial y que mereces premiarte por ello. Así que limítate a descansar y disfrutar de lo que has logrado.
Recuerda que concluir un círculo virtuoso y recompensarte por ello te servirá de inspiración y motivación para futuros cambios o para alcanzar metas aún más ambiciosas.
Mi Consulta Psicológica
Ana Luisa Löpez Pérez
Psicóloga
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