APRENDER...
APRENDER...
Toda la vida es un aprendizaje. Si dejamos de aprender, si dejamos de
asombrarnos y nos abandonan las ganas de descubrir, comenzamos a morir
lentamente. Sin embargo, aunque podemos aprender durante toda la vida,
hay algunas lecciones que deberíamos aprender lo más temprano posible,
para no tener que arrepentirnos más tarde de todo lo que nos gustaría
haber hecho y no hicimos.
Los aprendizajes más valiosos para evitar el arrepentimiento:
1. La vida es ahora. Pasamos demasiado tiempo quejándonos por el
pasado y preocupándonos por el futuro, mientras el presente se nos
escapa, el “aquí y ahora”, se esfuma. Mientras antes
aprendamos esta lección, más provecho podremos sacarle a nuestro
tiempo.
Aprender a disfrutar del presente, prestarle más atención a lo
que nos rodea y a quienes nos rodean, cuando sabemos que hemos aprovechado al
máximo nuestro tiempo, no tendremos de qué arrepentirnos.
2. No vivas pensando en lo que “debes” y “no debes” hacer. La familia, la pareja, los amigos y la sociedad en sentido general colocan sobre nuestros hombros muchas expectativas.
Los demás esperan que nos comportemos de cierta forma, que tomemos
ciertas decisiones e incluso que nos sintamos de cierta manera. Sin
embargo, dirigir nuestra vida intentando complacer a todos es la manera
más segura de ser infelices.
En ocasiones nuestros deseos, sueños y decisiones no coincidirán con las
expectativas de los demás. No pasa nada. No debemos sentirnos culpables
por ello. Si somos felices, transmitiremos felicidad y haremos felices a
quienes nos rodean. Y ese, es el verdadero fin de la vida, o al menos
debería serlo. Y no necesitamos el permiso de nadie para ser felices o
para que nos indique el camino porque cada senda debe ser diferente. Por
eso, no limites tu vida a satisfacer las expectativas de los demás.
3. No hagas una tormenta en un vaso de agua. Tenemos un talento
innato para la tragedia. Sin embargo, cada vez que ponemos en marcha
nuestro pensamiento catastrofista nos hacemos daño. De hecho, es
probable que en más de una ocasión, cuando hayas echado la vista atrás,
te hayas dado cuenta de que te preocupaste sin razón o de que
reaccionaste de manera exagerada, temiendo lo peor.
La vida normalmente se encarga de ponerlo todo en su lugar y nos enseña a
asumir una perspectiva más realista y objetiva ante las situaciones, basta dar un paso fuera para ponerlo todo en perspectiva.
4. Enfrenta tus temores antes de que te consuman. Todos tenemos
miedos, es normal y no hay que avergonzarse por ello. El miedo
es una emoción defensiva que nos alerta de que algo puede ser
peligroso. Sin embargo, hay miedos que son paralizantes y nos impiden
crecer. En esos casos, es necesario enfrentarlos y vencerlos.
En realidad, la mayoría de nuestros miedos son solo un producto de
nuestra mente y de nuestras inseguridades. La buena noticia es que cada vez que vencemos un miedo crecemos como personas y alargamos nuestro
horizonte.
5. Paso a paso se llega lejos. Nos planteamos objetivos y si no los
conseguimos rápido nos sentimos decepcionados y nos damos por vencidos.
En gran parte, esto se debe a los mensajes erróneos que transmite
nuestra sociedad, en la que esperamos que nuestras ambiciones se
materialicen como por arte de magia.
Sin embargo, filosofías tan antiguas como el budismo
nos enseñan que paso a paso se puede llegar muy lejos. Las mejores cosas se logran teniendo
paciencia y perseverando. Recuerda que a menudo no es la meta, sino la persona en la que nos hemos convertido mientras
intentábamos lograrla.
6. No postergues la felicidad. La felicidad, o
al menos la felicidad cotidiana, no está en los grandes golpes de
suerte sino en las pequeñas cosas. Por eso, el mayor error que podemos
cometer es postergar nuestra felicidad hasta que logremos esa meta que
tanto ansiamos, solo para darnos cuenta que al llegar, ya tendremos una
meta nueva que consumirá nuestra energía.
No esperes a resolver los problemas para ser feliz porque otros surgirán
y ocuparán su lugar. No pongas en pausa la felicidad porque es
imposible poner en pausa la vida. Asume que cada día llega con cosas
buenas que siempre es un regalo maravilloso que no
deberías desperdiciar.
7. Aprecia todo, absolutamente todo, en la vida. Demasiado a
menudo damos por descontadas muchas cosas, pensamos que siempre han
estado ahí y que siempre estarán. ¡No es así! De hecho, a medida que
envejecemos comenzamos a apreciar esas pequeñas cosas y comprendemos que
todas y cada una de ellas son un inmenso regalo, incluyendo la salud,
la vida y las personas que nos rodean.
Podemos aprender esta lección siendo aún jóvenes y experimentar gratitud todos los días de nuestra vida, una sensación clave para sentirnos
felices y satisfechos. Por eso, todos los días, asegúrate de dar gracias
por algo, aunque sea pequeño. Desde dar un simple paseo hasta ver los
colores de una flor...
Mi Consulta Psicológica
Ana Luisa López Pérez
Psicóloga
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