EL EJERCICIO Y EL CEREBRO

EL EJERCICIO Y EL CEREBRO

Todos, o casi todos, somos conscientes de que practicar ejercicio físico es muy beneficioso, pero muy pocos saben que para aprovechar esas ventajas al máximo debemos ser constantes. Las investigaciones realizadas en este campo sugieren que para mantenerse en forma, sentir el bienestar y cuidar la salud, serían suficientes entre 150 minutos de ejercicio aeróbico a la semana. 

Sin embargo, no es buena idea condensar el ejercicio en un único día, lo ideal sería dedicarle al menos media hora tres días a la semana. De hecho, si el objetivo es lograr cambios significativos a nivel cerebral, es imprescindible ser constantes. 
La actividad aeróbica es muy beneficiosa para el cerebro potencia su funcionamiento. Este tipo de ejercicio facilita la neurogénesis, es decir, la formación de nuevas neuronas, que irán a sustituir aquellas que mueren todos los días, de manera que las conexiones neuronales no se afecten demasiado y podamos seguir pensando, recordando y poniendo en práctica los hábitos que hemos aprendido. 

Por supuesto, esas nuevas células nerviosas también permiten establecer conexiones neuronales nuevas, lo cual significa aprender cosas nuevas e intervienen en el procesamiento cerebral de la información.

Todo esto ocurre, principalmente, debido a que aumenta el riego sanguíneo al cerebro. Investigadores de la universidad de Iowa comprobaron que la actividad física estimula la angiogénesis; es decir, la formación de vasos sanguíneos a partir de los vasos preexistentes. Dado que el cerebro consume una gran cantidad de oxígeno, el hecho de que tenga más vasos sanguíneos y un mayor flujo de sangre, no puede ser sino beneficioso y mejora las funciones cognitivas. 

En las personas que llevan un estilo de vida sedentario el flujo sanguíneo disminuye en ocho regiones diferentes del cerebro, entre ellas el giro temporal inferior, el cual desempeña un papel fundamental en el procesamiento visual, la memoria semántica y el reconocimiento de objetos complejos, rostros y números.

El lóbulo parietal inferior, que nos permite detectar las emociones mirando los rostros de las personas y nos ayuda a interpretar la información proveniente de los sentidos, también es otra de las zonas afectadas. Además, se afectó el giro fusiforme, relacionado con el reconocimiento de las palabras y los rostros, así como el hipocampo, que fue la zona más comprometida. El hipocampo desempeña un papel fundamental en la memoria y es una de las estructuras más afectadas en las demencias.

La inactividad por un periodo de largo tiempo sería nefasto. Por eso, no es extraño que un estilo de vida sedentario se haya vinculado con un mayor riesgo de sufrir enfermedades neurodegenerativas.

Por tanto, ahora ya lo sabes: la actividad física moderada y constante es la mejor fórmula para mantener activo tu cerebro.

Mi Consulta Psicológica
Ana Luisa López Pérez
Psicóloga

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