RIGIDEZ MENTAL


RIGIDEZ MENTAL
Abrir la mente es un ejercicio complicado, mucho más de lo que estamos dispuestos a admitir. 

De hecho, la rigidez mental se comienza a construir desde que nacemos. Cada aprendizaje nos abre nuevas puertas pero también nos cierra otras. A medida que crecemos y nos vamos formando nuestra propia imagen del mundo, nos llenamos de estereotipos, creencias y prejuicios que son muy difíciles de eliminar. Sin embargo, la rigidez mental no se refiere únicamente a las ideas, sino y sobre todo, al modo de pensar.

La rigidez mental nos hace prisioneros, merma nuestra capacidad de adaptación, creatividad, espontaneidad y positividad. Nos ata a viejos modelos que nos impiden crecer en el plano intelectual y emocional.

De hecho, las personas rígidas mentalmente son aquellas que:
- Piensan que solo existe un “modo adecuado” de hacer las cosas.
- Asumen que su perspectiva es la única correcta y que el resto se equivoca.
- No están abiertas al cambio porque este les aterra.
- Se aferran al pasado y se niegan a avanzar.

Aunque si algo caracteriza a las personas con rigidez mental es el deseo de tener razón a toda costa. No se dan cuenta de que ese deseo es sumamente dañino porque la posibilidad de equivocarnos y cometer errores es en realidad nuestro principal instrumento de aprendizaje y crecimiento. 

No podemos crecer, no podemos asimilar realmente un nuevo conocimiento, ya sea a nivel intelectual o emocional, si antes no nos damos cuenta de que lo que sabíamos o creíamos era erróneo o, al menos, insuficiente. Equivocarnos se convierte entonces en una especie de liberación, mientras que la rigidez mental y el deseo de tener razón solo esconden el miedo a descubrir qué podría pasar si fuésemos más libres, si nos atreviésemos a reconocer nuestros errores e ir más allá de ellos.

De hecho, una de las características principales de las personas que tienen cierta flexibilidad mental consiste precisamente en ser capaces de darse cuenta de que las decisiones erróneas no son “malas decisiones”, a la larga, cualquier decisión es buena si le sigue otra decisión a la que podamos sacarle provecho. La flexibilidad mental consiste precisamente en saber que sea cual sea la decisión que tomemos, siempre abrirá ante nosotros un mundo de posibilidades.
 

Por ende, la flexibilidad mental es estar dispuestos a equivocarnos, no tener miedo de los errores y abrazar e intentar comprender las cosas nuevas o los puntos de vista diferentes a los nuestros.

La persona que desarrolla una forma de pensar muy rígida, de cierta forma, se está protegiendo a sí misma. De hecho, la rigidez mental también se puede comprender como una resistencia psicológica. En cierto punto, cuando una idea va en contra de lo que piensas, experimentas una sensación rara que te confunde, paraliza y hace que te cierres a las razones.

Entonces muchas personas simplemente rechazan el argumento, sin analizarlo. Sin embargo, la buena noticia es que cuando eso sucede es porque algo en tu interior se está dando cuenta de que existe un problema, algo debe ser resuelto, aunque el proceso sea doloroso. De hecho, en muchos casos darse cuenta de que algo en lo que habías creído durante años no es verdad, o al menos no es toda la verdad, puede causar un dolor enorme que dé paso a una crisis existencial.

La buena noticia es que la flexibilidad mental es una habilidad que puede ser desarrollada y aprendida para abrir la mente.

1. Céntrate en tus emociones. Cuando estés tentado a rechazar de plano una idea, fíjate en cómo te sientes. Si te sientes incómodo con lo que escuchas, es probable que esa rigidez en tu forma de pensar esconda una resistencia inconsciente. Pregúntate a qué le tienes miedo. Si te respondes con sinceridad, descubrirás muchas cosas.

2. Alimenta el deseo de crecer. La curiosidad sigue siendo una de las herramientas más poderosas que tenemos a nuestro alcance para crecer como personas. En vez de aceptar las viejas ideas, pregúntate más a menudo "para  qué". Cuando comienzas a cuestionarte todo lo que siempre has dado por sentado, no solo encuentras nuevas respuestas sino que descubres un mundo nuevo, mucho más vasto del que conocías.

3. Desarrolla la empatía. En algunos casos, es probable que no estés de acuerdo con las ideas, formas de pensar o actitudes de otras personas. Sin embargo, en vez de rechazarlas de plano, intenta ponerte en su lugar para comprender de dónde provienen. Si rechazas lo que no conoces o no te gusta, seguirás siendo la misma persona de antes, pero si intentas comprender al otro, habrás ido un paso más allá y habrás crecido un poco.

4. Abraza los errores. Tener cierta flexibilidad mental significa no tenerle miedo a los errores, significa estar dispuestos a aprovechar nuevas oportunidades, aunque ello implique que nos equivoquemos. Se trata de comprender la vida como un aprendizaje continuo, donde cada error no es un paso atrás sino más bien un paso adelante en nuestra evolución porque nos permite deshacernos de viejos modelos y formas de hacer ya arcaicas.

5. No busques la verdad absoluta. La premisa más importante para deshacerse de la rigidez mental consiste en no buscar la verdad absoluta, simplemente porque no existe. Por eso, es importante no aferrarse a una sola forma de ver las cosas y mantener la mente abierta.
“la mente que se abre a una nueva idea, jamás volverá a tu tamaño original
Albert Einstein

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Ana Luisa López Pérez
Psicóloga

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