CRECIMIENTO EMOCIONAL
CRECIMIENTO EMOCIONAL
A menudo abandonamos nuestros sueños solo porque no somos
plenamente conscientes de las cosas que hemos logrado, de los pequeños
pasos que hemos ido dando. Cuando nos centramos únicamente en los
fracasos, perdemos la motivación y corremos el riesgo de abandonar justo
antes de llegar a la meta.
De
hecho, muchas personas abandonan la psicoterapia porque no valoran los pequeños cambios, es necesario mirar para comprender la verdadera magnitud de lo que hemos alcanzado.
Es necesario hacer inventario de lo que hemos logrado. Puede que estés creciendo emocionalmente sin que te hayas dado cuenta.
1. Dejas ir las cosas que te dañan
Aprender a dejar ir, centrarse en las cosas que realmente valen la pena y
obviar aquellas que nos dañan o molestan, es una habilidad clave para
tener éxito y, sobre todo, para alcanzar el equilibrio emocional.
2. Aprendes de los errores
Los errores forman parte del camino y que incluso son
valiosos, es un signo inequívoco de que has madurado. Cuando
comprendemos las equivocaciones como oportunidades para crecer, cambia
por completo nuestra perspectiva y podemos emprender proyectos más
ambiciosos sin temor a quedarnos a mitad del camino.
3. Dejas de quejarte
Las quejas suelen ser un agujero negro por el cual se escapa la energía
porque no conducen a soluciones sino que tan solo generan un malestar
aún mayor que nos hace ver el mundo bajo un prisma gris. Sin embargo,
las personas más equilibradas se ponen inmediatamente manos a la obra
e intentan darle la vuelta al problema. Si estás actuando más y
quejándote menos, es porque estás creciendo emocionalmente.
4. Celebras el éxito de los demás
Aplaudir el éxito de las personas es una señal de madurez, indica que no
les envidias y que comprendes que su éxito no significa que hayas
fracasado. Ser capaces de reconocer el trabajo y el esfuerzo de los
otros, implica un cambio de actitud que te beneficiará.
5. Tus relaciones personales son menos conflictivas
El mundo no es conflictivo, solo hay egos demasiado grandes que chocan entre sí y dan lugar a conflictos
que se podían haber evitado. Parte de la madurez significa dejar de ver
las relaciones interpersonales como un campo de batalla en el que hay
ganadores y vencidos. Cuando tus relaciones son más fluidas, logras
trabajar mejor y te sientes más a gusto, es porque has madurado y has
aprendido que es mejor tener paz que tener razón.
6. No temes pedir ayuda
Pedir ayuda no significa ser débil. De hecho, es una señal de fortaleza y
confianza en sí mismo. Pedir ayuda significa que has reconocido
que no puedes lograr algunas cosas por ti solo y que eres lo
suficientemente humilde como para reconocerlo y apoyarte en los demás.
7. Has alzado tus estándares
A medida que maduramos, somos más conscientes de lo que queremos y de lo
que no estamos dispuestos a permitir. Una persona madura es segura de
sí y establece ciertos límites que los demás no deben traspasar, que te
permiten proteger tus derechos como persona y mantener tu equilibrio
psicológico.
8. Has aprendido a abrirte emocionalmente
El amor es arriesgado. Amar significa entregarse y, por consiguiente,
exponerse a que alguien nos dañe. Por eso, muchas personas temen
comprometerse y se cierran cuando alguien se acerca. Sin embargo, cuando
maduramos emocionalmente nos damos cuenta de que la mejor apuesta es
abrir nuestro corazón. Es cierto que podemos ser rechazados o salir
dañados pero habremos vivido, atesorado experiencias y conectado
emocionalmente con alguien.
9. No te importa lo que piensen los demás
Es obvio que la opinión de las personas que están a tu alrededor es
importante pero, en cierto punto de la vida, estas deben convertirse
solo en sugerencias, no en lineamientos que determinen tu vida. La
madurez llega cuando eres capaz de convivir con los demás sin dejarte
influenciar demasiado por las expectativas que tienen sobre ti, cuando
logras encontrar tu lugar en el mundo, un lugar con el que te sientes a
gusto y puedes realizarte.
10. Aceptas tus limitaciones y trabajas para mejorar
La
persona madura es consciente de sus limitaciones. Permite focalizarse en las
situaciones sobre las cuales puede realmente incidir. De esta forma, es
capaz de economizar sus fuerzas y usarlas allí donde realmente puede
obtener frutos.
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