DIGNIDAD PERSONAL
¿QUÉ HACES PARA QUE TE QUIERAN?
Pienso en todas las cosas que hacemos para que nos
quieran. Creo que al final, hasta el más estepario de los lobos, quiere
que alguien lo quiera. Que alguien le regale una mirada que lo haga
sentir diferente y especial.
O sea que para que nos quieran, somos
capaces de decir que sí a una relación sexual o a una práctica sexual
desagradable para nosotros con tal de "no hacer sentir mal al otro"
(léase con tal de que no me deje de querer). Somos capaces de no exigir
un condón para que no vayan a pensar que somos desconfiados y preferimos
jugar ruleta rusa con nuestra salud, para que nos quieran. Puedo tener
sexo poco interesante y placentero sin hablarlo abiertamente, para que
me quieran. Puedo inventarme a un otro yo, para que no me dejen de
querer.
Me acordé de una mujer espectacularmente guapa y sexy, cuya pareja anterior solía decirle que la mera verdad no lo prendía, que le faltaba
"onda", "actitud", "cachondería" (creo que al que le faltaba todo eso
era a él). El punto es que esta mujer comenzó a dudar de sí misma, de su
atractivo, de su sensualidad. Y se tragó la descalificación de él con
tal de que la siguiera queriendo.
Hombres y mujeres se quedan en
relaciones que ni son, con tal de que los quieran. Estar en una relación que no es amorosa, pero que tampoco es amistosa, pero que no
se puede terminar de dejar. Incapaces de terminar radicalmente con algo
que es todo menos una relación. Todo para tener
migajitas que nos digan que alguien nos quiere aunque sea a ratos o
aunque sea un poquito.
Trabajamos horas extras sin que nos paguen,
somos los incondicionales del jefe, nunca nos quejamos de los gritos
que algunos pegan desde su posición de autoridades, con tal de que nos
quieran. Es para que nos quieran,
para que se nos reconozca el estoicismo, el profesionalismo y otros
tantas escusas.
Nadie tendría que pasar por nada de esto si
tiene claro el sentido de su dignidad personal.
Regalamos cosas
para que nos quieran. Un hombre se gastaba la mitad de su sueldo en
comidas, cenas, regalos de cumpleaños y tragos para sus amigos. Nunca le
faltó dinero pero un buen día se dio cuenta de que nadie lo invitaba
nunca a él, nadie le regalaba nada en su cumpleaños y cuando no era tan
espléndido, muchos amigos se desaparecían. Todo para que nos quieran.
Adultos
muy adultos parecen niños saltando la cuerda frente a sus padres,
tratando de ser vistos y aplaudidos por encantadores. Sólo que en la
adultez lo hacen luciendo sus cualidades y logros frente a los padres,
que si no supieron cargar positivamente el narcisismo infantil, tampoco
lo harán con sus hijos adultos.
Todo para que nos quieran. Tener la
casa más linda, la mejor decorada, la esposa más guapa y arregladita, los
niños más aplicados y mejor peinados, la familia maravillosa y
deportista, todo para que los demás nos quieran.
Las necesidades
narcisistas son humanas. Necesitamos de la mirada de los otros. De su
aprobación. Sobre todo de aquellos a quienes amamos. El límite somos
nosotros mismos y nuestro deber de amarnos. Si tengo que convertirme en
quien no soy, dejarme humillar, gastarme el dinero que no tengo,
aparentar vidas perfectas, poner en riesgo mi salud física o mental, con
tal de que me quieran, es probable que esté en un intento fallido de
reparación de una grave herida narcisista infantil, que me empuja a
actuar sin pensar en mí, a "darlo todo" creyendo que eso es algo bueno
para mí y para los demás.
Los vínculos verdaderamente amorosos se
reconocen sobre todo por la reciprocidad. Por cierto grado de orden y
justicia que fluye de ida y vuelta. Cuando alguien sólo piensa en sus
necesidades, difícilmente pensará en las de los otros e incluso vivirá
las de los otros como estorbos para su felicidad. Esto incluye a los
hijos, a quienes decimos amar incondicionalmente. Yo pienso que todos,
hijos incluidos, tenemos que aprender el valor de la reciprocidad. Nunca
se es demasiado pequeño para decir gracias o para hacer algo valioso
por los demás. Los vínculos de explotación no son amorosos y se
caracterizan fundamentalmente por la unilateralidad. Ojalá dejáramos de
hacer tantas cosas para que nos quieran y fuéramos más selectivos sobre
cuánto y a quién darle nuestro amor.
Mi Consulta Psicológica
Ana Luisa López pérez
Psicóloga
Av. del Puerto Nº 81, Planta 6ª, Pta. 44.
Valencia 46021
Tel. 963 22 59 73
Móvil: 600 25 80 77
miconsultapsicologica@hotmail.es
Comentarios